martes, julio 04, 2006

Las Helvéticas

Entre las historias del maltés había dos fábulas. Es muy fácil saber cuál es una de ellas, la otra es Las Helvéticas. Para Hugo Pratt las fábulas sólo se pueden imaginar en colores, por eso se afanó en que esta historia fuera publicada en color, al igual que con Fábula de Venecia. Ésta aventura en color sitúa a Corto en un tranquilo pueblo suizo alejado de las peligrosas aventuras que viviera en aguas del Caribe.
Suiza, punto de encuentro internacional, también era la casa de Pratt en aquella época. Tal como hiciera mientras vivió en Francia (Las Célticas), Pratt hace que Corto recorra los lugares en los que él ha estado, o está, aportando así un especial homenaje a aquellos países que lo acogieron. Éste homenaje a Suiza en Las Helvéticas es más sentido si cabe al menos para el aficionado al cómic ya que es el lugar que Pratt eligió para pasar sus últimos años.
Cuando uno se pone a escribir sobre un país o sus gentes es inevitable caer en algún tópico, para evitar esto Pratt aprovecha la presentación realizada de su puño y letra y nos dice que podría hablar de todo aquello que hace conocida a la pequeña Suiza pero que no lo va a hacer, porque lo que más le interesa no son los relojes de cuco ni el exquisito chocolate, ni siquiera las omnipresentes cumbres heladas, lo que Pratt busca es la esencia del lugar valiéndose para ello de la mitología suiza reflejada aquí a través de la presencia del escritor Hemann Hesse, de origen alemán pero afincado en Suiza por aquellos años.
Las Helvéticas es la gran aventura surrealista de Corto, las leyendas y la mitología suiza se mezclan en los sueños dando pie sin duda a una serie de ricas interpretaciones bajo el prisma del psicoanálisis de corte más freudiano que hace sospechar que Pratt echara mano de La interpretación de los sueños para realizar esta obra, amén de los libros tremendamente oníricos del mismo Hesse.
Como en un sueño la historia se vuelve compleja por momentos llegando a parecer un desfile de nombres y personajes que nosotros como espectadores, de cuanto sueña y vive un tanto indiferenciadamente el marino, no sabríamos decir cuáles son auténticos y cuales sólo un juego de Pratt. Entre los reales encontramos a personajes tales como Tamara de Lempicka, pintora que vivió entre 1.898 y 1.980, el ya citado Hermann Hesse, Wolfram von Eschenbach, Paracelso, Juana de Arco, Wagner, Perceval, Ulrich von Zatzikhoven... e incluso, en el colmo del delirio onírico, King Kong.
Pratt dijo más de una vez que su lector medio era culto e intelectual y si no conocía a estos personajes era lo suficientemente curioso como para descubrirlos y disfrutar con ellos. Realiza así un doble juego, por un lado el homenaje a esos personajes y por otro tiende una amplia red de personajes dispares para atraer la curiosidad del lector, algunos iconos conocidos y otros menos que conducen además a otras categorías artísticas. Son evidentes las referencias literarias, se homenajea al cine clásico, la Historia aparece como una buena fuente de cuentos, la pintura también tiene su lugar con la fugaz aparición de Tamara, la música con Parsifal, y en fin todo el resto de expresiones artísticas que condensa esta pequeña joya en viñetas del noveno arte.
Las Helvéticas vio la luz por primera vez en las páginas de la revista italiana Corto Maltese con el título de “Rosa Alchemica”, compartiendo así título con un libro del poeta irlandés, William Butler Yeats, cuyo volumen aparece en el primer episodio de Los Escorpiones del Desierto. A modo de anécdota decir que el primer editor de Corto en Francia fue Publicness, cuya imprenta se encontraba en la calle Le Peletiere en París, precisamente la misma calle donde vivió el alquimista del libro citado. Para los amantes de lo misterioso decir que el propietario de Publicness se interesaba por la alquimia. Creo que no podemos confundir mejor la realidad con la ficción o ¿es simple casualidad?.
Para la realización de Las Helvéticas Pratt pidió a André Malby, especialista francés en temas de ocultismo y alquimia, que le diese algunas explicaciones sobre estos temas. Malby terminaría por escribir un dossier sobre el ocultismo en Suiza como introducción a la edición del libro. Pratt comentó en cierta ocasión «la alquimia es poesía y en el segundo plano de la alquimia hay una posición poética y también filosófica». En este álbum Pratt dibuja todos los personajes pero los decorados y coches fueron realizados por Guido Fuga. Pratt confesó, en una entrevista a Dominique Petitfaux, lo siguiente:
«He dibujado todos los personajes, y para avanzar le pedí a Fuga que hiciera ciertos decorados. Le di unas postales y le dije: Haz cosas un poco suizas».
Veamos para finalizar un detalle del que quizás alguno de los lectores se haya percatado. En la biblioteca de Hermann Hesse, plancha catorce de la obra, hay varios libros en los que podemos leer sus títulos, pero hay uno que es anacrónico para 1.924, año en que transcurre la historia. Se trata de Silencio de Comès, la maravillosa obra del autor belga.
Publicada en un primer momento como Rosa Alchemica en las páginas de Corto Maltese y posteriormente rebautizada con el título actual Las Helvéticas, esta obra hizo pensar a muchos aficionados en la posibilidad de estar ante el comienzo de una serie de nuevas historias breves como ya ocurriera con las series Las Célticas o Las Etiópicas, de hecho la historia acaba avisándonos de cual será la siguiente, Corto irá a Zurich en busca de una espada mágica. Proyecto que tenía el autor, pero que al igual que en otras numerosas ocasiones nunca olvidó pero no llegó a realizar.

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